En verano de 2018, tuve la increíble oportunidad de trabajar en Walt Disney World en Orlando, Florida por medio del Disney Cultural Exchange Program, que año tras año permite a jóvenes de todo el mundo la capacidad de trabajar temporalmente en el parque más famoso del mundo. Me tocó trabajar
... Ver más en Quick Service, es decir, en el giro restaurantero, y tuve el privilegio de llamar hogar al parque Animal Kingdom, específicamente dentro de una localidad llamada Flame Tree BBQ. Sin duda fue una inolvidable experiencia que me dejó muchos aprendizajes, por ejemplo cómo una de las empresas más grandes del mundo (incluso más impactante que la economía de un gran número de países) puede cuidar tan bien tantos detalles (aparentemente pequeños) para brindar una experiencia mágica a las millones de familias que visitan anualmente. Sin embargo, lo que más destaco fue la maravillosa convivencia intercultural inherente a la experiencia, ya que tuve la fortuna de hacer amigos de países tan diversos como Japón, Francia, Inglaterra, Turquía, Puerto Rico, Estados Unidos, Canadá, y del mismo México (hecho que me hace recordar lo increíblemente grande y diverso que es nuestro país en cuanto a culturas y tradiciones), entre muchos otros. Me sorprendió enormemente cómo personas con creencias y hábitos tan diferentes y, en ocasiones incluso opuestos, pueden socializar en armonía y elogiar sus diferencias en vez de dejar que las mismas los separen, y creo que es una gran señal para un mundo que cada vez está más globalizado. La cereza al pastel fue el ejemplo de cómo una atrevida idea del humilde Walt Disney pudo convertirse ahora en algo que representa para muchas personas del mundo la felicidad en su máximo esplendor.