El Tecnológico de Monterrey llegó a mi vida para cambiarla totalmente y para demostrarme tantas cosas que yo no era capaz de ver. Me hizo comprender que mi historia no comenzó con la convocatoria para ser parte de la tercera generación de Líderes del Mañana, ni siquiera cuando ingresé la preparatoria, todo inició desde mi niñez con la educación que me brindaron mis padres, quienes me hicieron creer que todo es posible si en verdad te esfuerzas. Cada tarea entregada, cada pequeño logro, cada etapa concluida y, sobre todo, creer en mí, hicieron posible que hoy este viviendo todo esto y sea parte de una familia que desde hace un año me han hecho sentir que todo ha valido la pena.
Decidí aplicar para la beca en segundo semestre de preparatoria y a partir de ahí, no me lo pude sacar de la cabeza hasta que llegó el momento de enviar mi solicitud. El proceso de selección para ser acreedor a esta insignia fue una aventura y al mismo tiempo una tortura, pues con cada examen, requisito o etapa que pasaba, sentía que sería el fin de todo, pero a la vez, estaba emocionada por saber que era lo siguiente y si yo sería capaz de lograrlo.
Había cumplido con todo y sólo hacía falta esperar. Desafortunadamente, durante todo el camino hubieron personas y situaciones que me hicieron pensar que yo no era capaz de lograrlo, que no poseía lo suficiente para poder aspirar a esta beca. Sin embargo, el gran día llegó, personal del campus me prepararon una sorpresa, de la manera más hermosa e inesperada me dijeron que ya era parte del Tecnologico del Monterrey. Saber eso me llenó de una alegría impresionante, no podía hablar de tanto que estaba llorando, todo ese esfuerzo, tenía al fin su recompensa.
Este proyecto me ha hizo ver que siempre habrá personas que creerán en ti, personas específicas que te darán ánimo y serán tu sostén, incluso, sin la necesidad de conocerte, como todas aquellas personas que aportan y apoyan este movimiento, todas y cada una de esas personas que me han hecho sentirme tan inspirada y comprometida, porque sé que ellos no esperan que les devuelva lo que han dado, sino que dé lo mejor de mí.
Ser parte del Tec no ha sido fácil, pues después de una vida en escuelas públicas, pasar a una privada fue uno de los cambios más radicales. Aprender a organizar mis actividades para darle tiempo al estudio, a las clases extra de inglés y baile, a mis niños del grupo del cual soy coordinadora y a los largos traslados de la escuela a mi casa, me han hecho ser una persona más ordenada que sabe priorizar.
El día de hoy me siento tan agradecida, tan plena y tan feliz por todo lo que poco a poco he logrado dentro y fuera del Tec. Sé que al camino no ha sido fácil, pero ¿qué sería de nuestra vida sin dificultades que nos hagan mejorar? ¿Sin metas por alcanzar? Yo considero que Líderes del Mañana es más que una beca, es la oportunidad de cambiar vidas y reafirmar que el talento en México existe.
Mi nombre es Laura Guadalupe Flores García y puedo decir orgullosamente que soy un líder del mañana.
Mi año en el Tecnológico de Monterrey
Mi nombre es Liliana María Limón Mazo y el año pasado me convertí en acreedora de una beca del 100% en el Tecnológico de Monterrey Campus Sinaloa, para estudiar la carrera de Ingeniería en Bionegocios.
Mi travesía en el Tec no ha sido fácil. Fue un cambio muy radical en mi vida; comencé a desarrollarme en un nivel socioeconómico muy diferente al que estaba acostumbrada. Pasé de irme caminando a la preparatoria en la que estudié, a levantarme a las 4:30 a. m., y durar más de una en un camión, cruzando de ciudad en ciudad, para llegar a mis clases de 7 a. m., ya que no vivo en la ciudad de Culiacán, sino en un pueblo llamado Navolato.
Los primeros días experimenté un choque cultural, ya que Culiacán y Navolato son muy diferentes, en cuanto a la cultura y las personas. También sufrí de mucho estrés, ya que sentía que no podría con tantas exigencias de los profesores y para sumarle un poco más a todo esto, tampoco conocía a nadie en la escuela, no tenía ningún punto de apoyo, ningún amigo y empecé a sufrir de una ansiedad terrible que me hizo preguntarme si realmente pertenecía al Tec.
En essos momentos fue cuando empezaron los primeros parciales y me esforcé mucho, tanto que se reflejó en mis calificaciones. Las personas comenzaron a notar eso y comenzaron a hablarme para crear grupos de estudio o simplemente para comer juntos. Fue ahí cuando empecé a hacer amigos, y comencé a relajarme un poco más, me di cuenta de que claro que pertenecía ahí, fui elegida con esta beca por una razón y no debía decepcionar a todas esas personas que confiaron en mí. Fue en esos momentos cuando empecé a realmente disfrutar este viaje tan hermoso que se me había brindado.
Me uní a la sociedad de alumnos de mi carrera, SAIBN, con quien realicé muchas actividades para todos los estudiantes de Ingeniería en Bionegocios, también me uní al grupo de canto y vocalización y al grupo de gimnasia aeróbica, esto fue algo completamente nuevo para mí, ya que nunca había realizado antes estas actividades.
Actualmente, después de un año lleno de experiencias, con altas y bajas, risas y llantos, puedo decir que es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. El Tec es mi casa, paso todo mi día en él, y no me imagino mi vida si no hubiera pasado por estas cosas y no hubiera conocido estas personas maravillosas, alumnos que se convirtieron en mis amigos y personal docente y administrativo que tanto han apoyado a los otros líderes y a mí. Espero que este programa siga cambiando para bien la vida de tantos jóvenes que, como yo, no hubieran tenido la oportunidad de lograr entrar a esta escuela sin ayuda. Yo soy orgullosamente una parte Líderes del Mañana.
Mi experiencia siendo parte del programa Líderes del Mañana es la mejor que he podido tener, ya que he conocido a personas increíbles en el camino, que están convencidos que las cosas pueden cambiar, y que nosotros podemos ser esos agentes de cambio, dispuestos a dar y entregar todo por un mismo objetivo.
Yo soy parte de la tercera generación y estudio la carrera de Creación y Desarrollo de Empresas en el campus Ciudad de México, cuando me informaron hace más de un año que fui seleccionado para participar en el programa, la felicidad inundó mi ser, no podía creer que estudiaría en el Tec de Monterrey becado al 100% y con la mejor beca de México, no tenía ni idea de lo que me esperaría, y todo lo que imaginé se quedó corto en comparación de lo que he vivido.
El hecho de estudiar mi carrera universitaria ha sido excelente, pero no es lo único, debido a que he participado en diversos eventos del programa, compartiendo mi experiencia en la caravana de Sorteos Tec junto a Salvador Alva, y en rueda de prensa junto a la Dra. Laura Ruiz, mencionando que la educación integral es lo que México necesita, y el Tec de Monterrey nos brinda la grandiosa oportunidad de recibirla.
Otra experiencia que he podido disfrutar ha sido el participar en el programa de Dreamers Without Borders, programa realizado gracias a la alianza entre la U.S. Mexico Foundation y Líderes del Mañana, donde nos asignaron un dreamer, con el que compartiríamos experiencias y además podrías aprender o perfeccionar nuestro inglés. Este programa es increíble, ya que, ahora tengo un buen amigo en Colorado, me enseña sobre su modo de vida, me platica por todo lo que ha pasado, y yo de igual manera le comparto mi historia, es sin duda una gran experiencia que ha hecho que mi visión y mis proyectos salgan del país.
Actualmente me siento orgulloso de participar en este programa, me siento en deuda con el Tec de Monterrey, y uno de mis objetivos a largo plazo es apoyar a la educación en el país, porque si no hubiera sido por este programa, yo no tendría la posibilidad de estudiar en el Tec, y seguramente estaría estudiando en otra universidad, pero no tendría las mismas oportunidades.
Ahora además de seguir con mi proyecto de estación online, estoy trabajando en otro proyecto de emprendimiento social en industria alimenticia, el primero es de repostería saludable, en este proyecto creamos postres de bajo precio que sean de beneficio para la sociedad, los postres suelen ser catalogados como malos por sus altos índices de azúcar y grasa; sin embargo, hemos creado postres que son apropiados para diabéticos, embarazadas y deportistas, tenemos como objetivo introducir productos en escuelas primarias, para que los niños puedan disfrutar de un postre que les ayude en su rendimiento académico, sea de bajo costo y contribuya de manera positiva en su nutrición.
Esto es un poco de lo que he hecho en sólo un año como parte del programa Líderes del Mañana, estoy convencido que, si todos ponemos de nuestro granito de arena y damos siempre lo mejor, podremos hacer un gran cambio, porque somos líderes juveniles con el objetivo de trabajar por y para México.
Había una vez una niña que soñaba con cambiar el mundo, que soñaba con poder ayudar a las personas necesitadas, ayudarlas a entender que sólo actuando bien se puede estar bien, y que en la vida hay cosas más importantes que el dinero. Pero conforme esa niña iba creciendo, ese sueño se iba haciendo cada vez más lejano. El mundo le demostraba día con día que lo más importante sí era el dinero y aunque se aferraba a ese sueño, las personas que la rodeaban se empeñaban en hacerle entender que era sólo eso, un sueño, que ella, sola y en sus circunstancias, jamás podría cambiar a su país y mucho menos al mundo.
Conforme la niña iba creciendo también crecían sus ganas de superarse, de salir adelante, de ayudar a quienes le rodeaban, pero decidió guardar sus sueños para sí misma. Se esforzaba en aprender lo mejor de sus maestros a pesar de que la mayoría no quería enseñar, buscaba ver en las personas más allá de lo que aparentan ser, quería que su familia estuviera orgullosa de lo que podría lograr, seguir el gran ejemplo que su hermano mayor le daba y no decepcionar nunca a la hermana pequeña qué día con día le decía cuánto la quería. Así pasaron años, la niña conoció personas que la ayudaron a crecer, que la apoyaban cuando ella sentía que se caía, personas con quiénes podía reír o llorar, y conforme el tiempo pasaba ahí seguían. Gracias a estas personas y a su familia nunca perdió la fe y siguió luchando por lograr sus metas. Ella siempre quería hacer más y más, pero a veces el dinero se volvía un gran obstáculo, se daba cuenta que había cosas que no podía cambiar, y aunque nunca dejó de soñar, poco a poco iba aceptando aquella realidad que su contexto le marcaba.
En épocas de entrar a la universidad quiso aplicar para la UNAM, ya que era una buena escuela y pensó que siendo pública podría estudiar ahí, pero su padre le dijo que no tenía el dinero para mantenerla en otro estado y así, una vez más, apagaron una esperanza de superarse. Hasta que un día se enteró de la existencia de una beca del 100% en el Tecnológico de Monterrey. En un principio parecía una broma, algo que seguramente no era real, ¿quién podría pagarte una de las mejores universidades de México? Nadie. Así que siguió buscando opciones que pudiera permitirse. Tiempo después alguien le dijo que no perdía nada con intentarlo y sí podía ganar mucho, así que lo hizo, aplicó para lo que podría ser la mejor oportunidad de su vida. Entonces, en algún lugar del mundo alguien creyó en ella, sin conocerla más que por una carta, hubo personas que creyeron que ella podía ser parte del cambio, y le dieron la oportunidad de demostrarlo.
Esa niña soy yo, Luisa Fernanda Velasco Rivera, vivo en la ciudad de Morelia y estudio Ingeniería en Mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, gracias a la beca de Líderes del Mañana y gracias a muchísimas personas que apoyan este programa y que creyeron en mí. Actualmente llevo un año en la institución y ha sido una de las mejores y más retadoras experiencias de mi vida, algo que me pone a prueba día con día, pero también me da la posibilidad de hacer todo aquello que me dijeron que no podía, de rescatar esos sueños que guardé para mí y trabajar por hacerlos realidad.
Nadie puede decir que estudiar en el Tecnológico de Monterrey es fácil, pero sé que todo el esfuerzo que implica vale la pena, y es increíble que en tan sólo un año haya madurado y crecido de una manera tan importante. En un año he aprendido tanto sobre lo que necesita nuestro país para ser mejor, he tenido la oportunidad de trabajar con personas que como yo que vienen de situaciones diferentes y me he dado cuenta de lo mucho que se puede hacer con tan poco, de la importancia que tienen las pequeñas acciones y la manera en la que repercuten en los demás, y que en cualquier lugar puedes encontrar personas que te cambiarán la vida.
El Tecnológico de Monterrey, y más aún, las personas que apoyan el programa de líderes del mañana me han dado la posibilidad de reencontrarme con esa niña que un día fui, y así, juntas poder crecer, madurar, aprender, amar, compartir y conocer todo aquello que hay más allá de mis horizontes. Sé que esto apenas comienza, que me falta mucho por vivir y aún más por dar, y también sé que hay alguien ahí afuera que confía en mí y haré todo lo posible, y lo imposible, para que algún día esas personas estén orgullosas de lo que sin su ayuda no hubiera sido posible.
Ahora sé que era verdad, yo no puedo cambiar a mi país, mucho menos al mundo, pero sé que todos los que formamos parte del programa Líderes del Mañana, juntos, sí podemos.
Había una vez una niña que soñaba con cambiar el mundo, que soñaba con poder ayudar a las personas necesitadas, ayudarlas a entender que sólo actuando bien se puede estar bien, y que en la vida hay cosas más importantes que el dinero. Pero conforme esa niña iba creciendo, ese sueño se iba haciendo cada vez más lejano. El mundo le demostraba día con día que lo más importante sí era el dinero y aunque se aferraba a ese sueño, las personas que la rodeaban se empeñaban en hacerle entender que era sólo eso, un sueño, que ella, sola y en sus circunstancias, jamás podría cambiar a su país y mucho menos al mundo.
Conforme la niña iba creciendo también crecían sus ganas de superarse, de salir adelante, de ayudar a quienes le rodeaban, pero decidió guardar sus sueños para sí misma. Se esforzaba en aprender lo mejor de sus maestros a pesar de que la mayoría no quería enseñar, buscaba ver en las personas más allá de lo que aparentan ser, quería que su familia estuviera orgullosa de lo que podría lograr, seguir el gran ejemplo que su hermano mayor le daba y no decepcionar nunca a la hermana pequeña qué día con día le decía cuánto la quería. Así pasaron años, la niña conoció personas que la ayudaron a crecer, que la apoyaban cuando ella sentía que se caía, personas con quiénes podía reír o llorar, y conforme el tiempo pasaba ahí seguían. Gracias a estas personas y a su familia nunca perdió la fe y siguió luchando por lograr sus metas. Ella siempre quería hacer más y más, pero a veces el dinero se volvía un gran obstáculo, se daba cuenta que había cosas que no podía cambiar, y aunque nunca dejó de soñar, poco a poco iba aceptando aquella realidad que su contexto le marcaba.
En épocas de entrar a la universidad quiso aplicar para la UNAM, ya que era una buena escuela y pensó que siendo pública podría estudiar ahí, pero su padre le dijo que no tenía el dinero para mantenerla en otro estado y así, una vez más, apagaron una esperanza de superarse. Hasta que un día se enteró de la existencia de una beca del 100% en el Tecnológico de Monterrey. En un principio parecía una broma, algo que seguramente no era real, ¿quién podría pagarte una de las mejores universidades de México? Nadie. Así que siguió buscando opciones que pudiera permitirse. Tiempo después alguien le dijo que no perdía nada con intentarlo y sí podía ganar mucho, así que lo hizo, aplicó para lo que podría ser la mejor oportunidad de su vida. Entonces, en algún lugar del mundo alguien creyó en ella, sin conocerla más que por una carta, hubo personas que creyeron que ella podía ser parte del cambio, y le dieron la oportunidad de demostrarlo.
Esa niña soy yo, Luisa Fernanda Velasco Rivera, vivo en la ciudad de Morelia y estudio Ingeniería en Mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, gracias a la beca de Líderes del Mañana y gracias a muchísimas personas que apoyan este programa y que creyeron en mí. Actualmente llevo un año en la institución y ha sido una de las mejores y más retadoras experiencias de mi vida, algo que me pone a prueba día con día, pero también me da la posibilidad de hacer todo aquello que me dijeron que no podía, de rescatar esos sueños que guardé para mí y trabajar por hacerlos realidad.
Nadie puede decir que estudiar en el Tecnológico de Monterrey es fácil, pero sé que todo el esfuerzo que implica vale la pena, y es increíble que en tan sólo un año haya madurado y crecido de una manera tan importante. En un año he aprendido tanto sobre lo que necesita nuestro país para ser mejor, he tenido la oportunidad de trabajar con personas que como yo que vienen de situaciones diferentes y me he dado cuenta de lo mucho que se puede hacer con tan poco, de la importancia que tienen las pequeñas acciones y la manera en la que repercuten en los demás, y que en cualquier lugar puedes encontrar personas que te cambiarán la vida.
El Tecnológico de Monterrey, y más aún, las personas que apoyan el programa de líderes del mañana me han dado la posibilidad de reencontrarme con esa niña que un día fui, y así, juntas poder crecer, madurar, aprender, amar, compartir y conocer todo aquello que hay más allá de mis horizontes. Sé que esto apenas comienza, que me falta mucho por vivir y aún más por dar, y también sé que hay alguien ahí afuera que confía en mí y haré todo lo posible, y lo imposible, para que algún día esas personas estén orgullosas de lo que sin su ayuda no hubiera sido posible.
Ahora sé que era verdad, yo no puedo cambiar a mi país, mucho menos al mundo, pero sé que todos los que formamos parte del programa Líderes del Mañana, juntos, sí podemos.
Imagínate leyendo un libro, justo en la página final del primer capítulo, recuerdas cada detalle de lo que ha pasado y tal vez quisieras volver a leer esa parte, pero sucumbiendo ante la curiosidad y la emoción, decides pasar la página.
El 11 de agosto de 2014 yo decidí comenzar con el capítulo dos de esta historia; desde entonces han pasado ya 3 años como estudiante de Ingeniería en Biotecnología dentro del Tecnológico de Monterrey en Puebla. Cada uno de estos 6 semestres me ha enseñado más de lo marcado en el programa estudiantil, aunque no del mismo modo. Al principio fue difícil adaptarme al cambio, una nueva etapa comenzaba para mí y aunque emocionada por lo que continuaría con nostalgia recordaba lo que había dejado atrás.
Más tarde nuevas experiencias como el Reto Emprendedor y la Semana “i” pondrían a prueba mi capacidad aplicando competencias adquiridas en el aula o laboratorio y algunas propias en proyectos tales como el análisis del lago de Valsequillo. Poco a poco pude llamar “amigos” a aquellos compañeros que veía al principio como extraños, atreverme a probar diferentes talleres, llegando incluso a tocar con mi clarinete en “Beatlemanía” un ensamble organizado por Difusión Cultural en noviembre de 2015, asimismo encontraría en el canto una manera de expresarme por medio de lo que amo: “la música”.
Pero si algo he aprendido en este tiempo es lo importante que es no darse por vencido. Hay una frase que dice: “caemos para aprender a levantarnos”. Hace tres semestres comprendí cuán certero es esto. Después de tener un condicionamiento por no haber alcanzado el promedio requerido y en lugar de recuperarme haber reprobado una materia era como caer de nuevo sin haberse levantado. Entonces me surgieron dudas y reclamos, durante días no pensaba en otra cosa más que en los errores que había cometido, reprochándome por lo que no era y negándome el derecho de llamarme Líder del Mañana. Afortunadamente se me concedió otra oportunidad, pero más que eso el problema era: ¿Podía yo tener éxito cuando recientemente solo había probado el fracaso?
La respuesta no fue dándose de inmediato, cada día enfrentaba una lucha personal, muchas veces quería darme por vencida, pensé en cambiarme de carrera o irme por mi cuenta antes de volver a fallar; sin embargo, por alguna razón siempre decidía intentarlo de nuevo. Personalmente pienso que Dios, tal vez el destino, nos da una misión y no siempre se va dando de la manera que deseamos, pero si del modo que necesitamos. Al volver a cuarto y quinto semestre pensé en “hacerme una promesa”, no asegure que no fallaría de nuevo, pero en su lugar intentaría de nuevo cada vez que hiciera falta. Salí de ese condicionamiento en diciembre de 2016. Pero para entonces había aprendido algo más.
El tiempo aquí ha sido una experiencia enriquecedora, sobre todo porque he aprendido a reconocer el valor de la perseverancia, y la fuerza de voluntad. Creía que no tenía lo suficiente para ser parte de esta historia transformadora, pero a base de esfuerzo he sabido ver a través de mis propias dudas y he encontrado mi propio valor.
Cuando asistí al evento de bienvenida de la primera generación de Líderes del Mañana, guardé esta frase que quisiera compartir: “Y cuando creas que lo sabes todo, declárate principiante, que en la humildad de no saber nada está el apreciarlo todo y aspirar a más.”
26 de mayo del 2014 fecha en el que mi vida dio un giro al obtener la beca Líderes del Mañana otorgada por el Tec de Monterrey. “Nunca dejes de sorprenderte” fueron las primeras palabras que recibí de un maestro del Tec, y desde esa vez no he dejado de sorprenderme.
A partir del primer día supe que mi vida iba a tener un ritmo diferente. En una de mis primeras clases mi profesor de física repartió iPads para utilizarlas durante la sesión y yo no sabía cómo usarlas, sin hacer tan evidente que no tenía ni idea de cómo regresar a la página de inicio le pedí ayuda con mucha pena a uno de mis compañeros y a partir de ese momento se me quitó la pena, fue en aquel instante que me di cuenta que no estaría sola y que siempre habría alguien que me apoyaría cuando lo necesitara.
Una de mis pasiones es bailar danza folklórica mexicana, al saber que en mi campus no había un taller decidí juntar firmas de mis compañeros a quienes también les gusta bailar y fue así como en el 2015 empezaron las clases de danza. Cada vez que nos presentamos a bailar recuerdo que mi país es rico en tradiciones, me encanta compartir la cultura mexicana a través de la danza.
Una de mis obligaciones como alumna es hacer servicio becario y servicio social, actividades que me han hecho crecer como ser humano de una forma impresionante. Con esto he conocido a grandes maestros de vida, he aprendido a servir con responsabilidad, amor y compromiso, esto no ha sido fácil, para mí es un proceso que analizo una vez que termina cada periodo, pues es cuando me doy cuenta de cuánto he crecido.
Cada semestre se vuelve más complicado, creo que ese es el propósito de la vida, ser más difícil cada vez. Los proyectos de cada materia se volvieron parte de mi vida cotidiana, durante mi primer semestre tuve un reto llamado Challenge NFL en donde varios estudiantes de Ingeniería Industrial nos reunimos 24 horas para resolver un problema de logística de partidos de la NFL. Así mismo, existe un proyecto anual llamado Challenge Innovo, este año consistió en crear una start up, en donde con mi equipo y nuestra idea EcoStreet logramos obtener un pase a las semifinales del concurso de ideas de negocio “La cueva de los lobos” realizado en Campus Querétaro.
Así como las actividades de clases también he tenido la oportunidad de participar en tres ediciones de la Semana i, esas semanas de trabajar en otra actividad diferente a mis clases estuvieron fuera de lo común, aprendí a trabajar en equipo, a resolver problemas y a hacer algo por el bien de mi país, son semanas que no quería que se terminaran.
Soy una persona que le encanta platicar y conocer a la gente que me rodea y así conocí a compañeros del Tec que estaban como voluntarios en un programa nacional de empoderamiento juvenil llamado SerVers, en donde jóvenes universitarios dan talleres a chavos de preparatorias públicas y da la casualidad que ellos mismos, años atrás, me dieron un taller cuando estaba en la preparatoria.
Estudiar Ingeniería Industrial y de sistemas no sólo ha transformado mi vida, ha transformado la vida de mis papás y hermanas, cada día cuando les comparto las experiencias de mi día a día veo sus caras de emoción; ellos son los primeros líderes del mañana que conocí, son un ejemplo de perseverancia, pasión y lucha por lo que más anhelan.
He aprendido infinidad de cosas durante mi estancia en el Tec, y una de ellas es a no darme por vencida ante lo que me apasiona y a utilizar mis conocimientos como herramienta para mejorar vidas.
Ser un Líder del Mañana, me llevó a soñar despierta
Todo comenzó como una aventura con una mezcla de sensaciones: felicidad, emoción, nervios e incluso miedo. Dejar mi zona de confort por hacer un sueño realidad nació como una idea brillante que se convirtió en un verdadero reto. Al inicio cuestioné todo lo que podía; ¿Estoy en la carrera correcta? ¿Realmente quiero estar lejos de mi familia? ¿Cómo me sentiré después si me siento así ahora? Las preguntas continuaron hasta que me di cuenta de que Dios me estaba dando a unos hermanos de distinta madre para darme la mano y agarrar fuerzas para alcanzar un sueño, usando el miedo y el coraje para acercarme más a la meta.
Fue gracias a estos nuevos hermanos, a Dios y a mi familia que pude tomar fuerzas para ver, valorar y aprovechar la dicha de estar donde y con quien estoy. Claro está, el cambio no fue de un día para otro, pero se ha logrado. Hoy tomo cada oportunidad que tengo, y doy lo mejor de mi con un corazón feliz. El Tec ha aportado a mi vida hermanos, amigos, aventuras, experiencias, lecciones, entre otras cosas. En el Tec aprendí a bailar bachata, cumbia y salsa, a organizar eventos, a dar acompañamiento, pero sobre todo aprendí de lo que soy capaz. Ahora me queda claro que el coraje con el que se hacen las cosas es el que hace que sucedan, pero para tener ese coraje se necesita tener ganas. ¡Mis ganas y la oportunidad de ser Líder del Mañana son elementos suficientes para seguir luchando por un mejor futuro!