Había una vez una niña que soñaba con cambiar el mundo, que soñaba con poder ayudar a las personas necesitadas, ayudarlas a entender que sólo actuando bien se puede estar bien, y que en la vida hay cosas más importantes que el dinero. Pero conforme esa niña iba creciendo, ese sueño se iba haciendo cada vez más lejano. El mundo le demostraba día con día que lo más importante sí era el dinero y aunque se aferraba a ese sueño, las personas que la rodeaban se empeñaban en hacerle entender que era sólo eso, un sueño, que ella, sola y en sus circunstancias, jamás podría cambiar a su país y mucho menos al mundo.
Conforme la niña iba creciendo también crecían sus ganas de superarse, de salir adelante, de ayudar a quienes le rodeaban, pero decidió guardar sus sueños para sí misma. Se esforzaba en aprender lo mejor de sus maestros a pesar de que la mayoría no quería enseñar, buscaba ver en las personas más allá de lo que aparentan ser, quería que su familia estuviera orgullosa de lo que podría lograr, seguir el gran ejemplo que su hermano mayor le daba y no decepcionar nunca a la hermana pequeña qué día con día le decía cuánto la quería. Así pasaron años, la niña conoció personas que la ayudaron a crecer, que la apoyaban cuando ella sentía que se caía, personas con quiénes podía reír o llorar, y conforme el tiempo pasaba ahí seguían. Gracias a estas personas y a su familia nunca perdió la fe y siguió luchando por lograr sus metas. Ella siempre quería hacer más y más, pero a veces el dinero se volvía un gran obstáculo, se daba cuenta que había cosas que no podía cambiar, y aunque nunca dejó de soñar, poco a poco iba aceptando aquella realidad que su contexto le marcaba.
En épocas de entrar a la universidad quiso aplicar para la UNAM, ya que era una buena escuela y pensó que siendo pública podría estudiar ahí, pero su padre le dijo que no tenía el dinero para mantenerla en otro estado y así, una vez más, apagaron una esperanza de superarse. Hasta que un día se enteró de la existencia de una beca del 100% en el Tecnológico de Monterrey. En un principio parecía una broma, algo que seguramente no era real, ¿quién podría pagarte una de las mejores universidades de México? Nadie. Así que siguió buscando opciones que pudiera permitirse. Tiempo después alguien le dijo que no perdía nada con intentarlo y sí podía ganar mucho, así que lo hizo, aplicó para lo que podría ser la mejor oportunidad de su vida. Entonces, en algún lugar del mundo alguien creyó en ella, sin conocerla más que por una carta, hubo personas que creyeron que ella podía ser parte del cambio, y le dieron la oportunidad de demostrarlo.
Esa niña soy yo, Luisa Fernanda Velasco Rivera, vivo en la ciudad de Morelia y estudio Ingeniería en Mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, gracias a la beca de Líderes del Mañana y gracias a muchísimas personas que apoyan este programa y que creyeron en mí. Actualmente llevo un año en la institución y ha sido una de las mejores y más retadoras experiencias de mi vida, algo que me pone a prueba día con día, pero también me da la posibilidad de hacer todo aquello que me dijeron que no podía, de rescatar esos sueños que guardé para mí y trabajar por hacerlos realidad.
Nadie puede decir que estudiar en el Tecnológico de Monterrey es fácil, pero sé que todo el esfuerzo que implica vale la pena, y es increíble que en tan sólo un año haya madurado y crecido de una manera tan importante. En un año he aprendido tanto sobre lo que necesita nuestro país para ser mejor, he tenido la oportunidad de trabajar con personas que como yo que vienen de situaciones diferentes y me he dado cuenta de lo mucho que se puede hacer con tan poco, de la importancia que tienen las pequeñas acciones y la manera en la que repercuten en los demás, y que en cualquier lugar puedes encontrar personas que te cambiarán la vida.
El Tecnológico de Monterrey, y más aún, las personas que apoyan el programa de líderes del mañana me han dado la posibilidad de reencontrarme con esa niña que un día fui, y así, juntas poder crecer, madurar, aprender, amar, compartir y conocer todo aquello que hay más allá de mis horizontes. Sé que esto apenas comienza, que me falta mucho por vivir y aún más por dar, y también sé que hay alguien ahí afuera que confía en mí y haré todo lo posible, y lo imposible, para que algún día esas personas estén orgullosas de lo que sin su ayuda no hubiera sido posible.
Ahora sé que era verdad, yo no puedo cambiar a mi país, mucho menos al mundo, pero sé que todos los que formamos parte del programa Líderes del Mañana, juntos, sí podemos.
Había una vez una niña que soñaba con cambiar el mundo, que soñaba con poder ayudar a las personas necesitadas, ayudarlas a entender que sólo actuando bien se puede estar bien, y que en la vida hay cosas más importantes que el dinero. Pero conforme esa niña iba creciendo, ese sueño se iba haciendo cada vez más lejano. El mundo le demostraba día con día que lo más importante sí era el dinero y aunque se aferraba a ese sueño, las personas que la rodeaban se empeñaban en hacerle entender que era sólo eso, un sueño, que ella, sola y en sus circunstancias, jamás podría cambiar a su país y mucho menos al mundo.
Conforme la niña iba creciendo también crecían sus ganas de superarse, de salir adelante, de ayudar a quienes le rodeaban, pero decidió guardar sus sueños para sí misma. Se esforzaba en aprender lo mejor de sus maestros a pesar de que la mayoría no quería enseñar, buscaba ver en las personas más allá de lo que aparentan ser, quería que su familia estuviera orgullosa de lo que podría lograr, seguir el gran ejemplo que su hermano mayor le daba y no decepcionar nunca a la hermana pequeña qué día con día le decía cuánto la quería. Así pasaron años, la niña conoció personas que la ayudaron a crecer, que la apoyaban cuando ella sentía que se caía, personas con quiénes podía reír o llorar, y conforme el tiempo pasaba ahí seguían. Gracias a estas personas y a su familia nunca perdió la fe y siguió luchando por lograr sus metas. Ella siempre quería hacer más y más, pero a veces el dinero se volvía un gran obstáculo, se daba cuenta que había cosas que no podía cambiar, y aunque nunca dejó de soñar, poco a poco iba aceptando aquella realidad que su contexto le marcaba.
En épocas de entrar a la universidad quiso aplicar para la UNAM, ya que era una buena escuela y pensó que siendo pública podría estudiar ahí, pero su padre le dijo que no tenía el dinero para mantenerla en otro estado y así, una vez más, apagaron una esperanza de superarse. Hasta que un día se enteró de la existencia de una beca del 100% en el Tecnológico de Monterrey. En un principio parecía una broma, algo que seguramente no era real, ¿quién podría pagarte una de las mejores universidades de México? Nadie. Así que siguió buscando opciones que pudiera permitirse. Tiempo después alguien le dijo que no perdía nada con intentarlo y sí podía ganar mucho, así que lo hizo, aplicó para lo que podría ser la mejor oportunidad de su vida. Entonces, en algún lugar del mundo alguien creyó en ella, sin conocerla más que por una carta, hubo personas que creyeron que ella podía ser parte del cambio, y le dieron la oportunidad de demostrarlo.
Esa niña soy yo, Luisa Fernanda Velasco Rivera, vivo en la ciudad de Morelia y estudio Ingeniería en Mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, gracias a la beca de Líderes del Mañana y gracias a muchísimas personas que apoyan este programa y que creyeron en mí. Actualmente llevo un año en la institución y ha sido una de las mejores y más retadoras experiencias de mi vida, algo que me pone a prueba día con día, pero también me da la posibilidad de hacer todo aquello que me dijeron que no podía, de rescatar esos sueños que guardé para mí y trabajar por hacerlos realidad.
Nadie puede decir que estudiar en el Tecnológico de Monterrey es fácil, pero sé que todo el esfuerzo que implica vale la pena, y es increíble que en tan sólo un año haya madurado y crecido de una manera tan importante. En un año he aprendido tanto sobre lo que necesita nuestro país para ser mejor, he tenido la oportunidad de trabajar con personas que como yo que vienen de situaciones diferentes y me he dado cuenta de lo mucho que se puede hacer con tan poco, de la importancia que tienen las pequeñas acciones y la manera en la que repercuten en los demás, y que en cualquier lugar puedes encontrar personas que te cambiarán la vida.
El Tecnológico de Monterrey, y más aún, las personas que apoyan el programa de líderes del mañana me han dado la posibilidad de reencontrarme con esa niña que un día fui, y así, juntas poder crecer, madurar, aprender, amar, compartir y conocer todo aquello que hay más allá de mis horizontes. Sé que esto apenas comienza, que me falta mucho por vivir y aún más por dar, y también sé que hay alguien ahí afuera que confía en mí y haré todo lo posible, y lo imposible, para que algún día esas personas estén orgullosas de lo que sin su ayuda no hubiera sido posible.
Ahora sé que era verdad, yo no puedo cambiar a mi país, mucho menos al mundo, pero sé que todos los que formamos parte del programa Líderes del Mañana, juntos, sí podemos.
La aventura de estudiar en el Tecnológico de Monterrey empezó en el 2015 y puedo decir que mucho ha cambiado, que he crecido y he aprendido muchas cosas importantes para mi vida.
Mi vida en esta institución ha sido interesante, ya que he pasado por muchas cosas como estrés por algunas materias que están muy difíciles y satisfacción cuando después de tanto esfuerzo logró pasar la materia con una buena calificación. Por supuesto ha habido tiempo para la diversión, al poder conocer amigos en los que puedo confiar y que me apoyarán cuando lo necesite.
Gracias a lo que he vivido en el Tecnológico he crecido mucho; por ejemplo, antes de entrar yo era más callada y no me gustaba hablar mucho en público, pero gracias a materias como EVAP ahora puedo desenvolverme mejor en el escenario, aunque aún tengo nervios sé que son normales.
También he aprendido muchas cosas como la importancia de tener amigos para ayudarte. He aprendido cosas que puede parecer que no tienen que ver con mi carrera pero que pueden servir para ayudar a alguien.
Finalmente, puedo decir que estar en el Tecnológico me he transformado en muchos sentidos, en lo académico con lo que he aprendido en la clases que recibido y en lo personal también por las enseñanzas de los maestros y de mis compañeros.
Mi nombre es Itzel Gaona Bedolla estudio Derecho y soy parte de la tercera generación de Líderes del Mañana. Cierta vez me preguntaron qué significaba para mí el programa y la oportunidad de estar en el Tecnológico de Monterrey y la primera palabra que se me vino a la mente fue: parteaguas.
El diccionario nos dice que la palabra parteaguas significa la división de dos ríos o cuencas contiguos, y hasta aquí la palabra no tiene mucho sentido sin embargo a esta palabra es popularmente usada en nuestro país para separar el antes y el después de algo y eso es lo que ha sido el programa LDM en mi vida. No puedo imaginar a dos Itzel Gaona Bedolla más diferentes que aquella que aún esperaba los resultados de la beca y que no tenía idea de lo que haría con su vida y aquella que la ganó, que encontró nueva inspiración, nuevas pasiones y nuevos amigos.
La inspiración fue lo primero que adquirí durante la cúspide del parteaguas es decir en el viaje a Monterrey. Para la bienvenida recuerdo haberme sentido un poco escéptica preguntándome la razón de todo lo que estaban haciendo por mi pero luego pasó algo que me impactó demasiado, y fue darme cuenta de todas las personas que estaban detrás del programa, vendedores de boletos del Sorteo Tec, directivos, asociaciones, todos ellos que de alguna manera confiaron en nosotros y nos apoyan de la mejor manera posible.
En cuanto a mis nuevas pasiones debo confesar que aunque no se me hacía difícil expresar mis ideas tenia dificultad al hacerlo en público, por lo que ingresé al equipo de Debate Parlamentario de mi campus, y al momento he concursado en el Torneo Universitario de Debate realizado en el ITAM, el Torneo de Invierno Interuniversitario de Debate realizado en ITESM Morelia, el Torneo Amistoso de Debate realizado en la UMNSH en Morelia y, además, el concurso de Debate ITESM LED realizado en Morelia donde gané el primer lugar.
Otra pasión que he desarrollado al estar en el Tec son los idiomas, en este momento estoy estudiando alemán y francés los cuales pienso continuar el siguiente año.
En cuanto a los nuevos amigos son una de las cosas que más agradezco. Nunca imaginé encontrar personas que compartieran mis preocupaciones, gustos, sueños o que no lo hicieran y al mismo tiempo poder contrarrestar ideas de una manera tan complementaria. Al principio pensé que nunca iba a encajar, ahora no me imagino en ningún otro lugar y cada vez que estoy en el salón de clase o en cualquier parte del campus siento y sé que es aquí a donde pertenezco.
Gracias por darme una nueva familia.
Poder formar parte de la tercera generación de esta sociedad de jóvenes llenos de esperanza y con la intención de realizar un cambio en nuestro país, es el logro más importante que he cumplido hasta el día de hoy.
La formación que he tenido en mi vida ha sido muy sencilla, pues pertenezco a una pequeña comunidad de Tierra Caliente, en Michoacán, llamada San Lucas. Un pueblo donde me formé y crecí humildemente, mis padres con trabajos muy sencillos y con el objetivo de que a su hijo y posteriormente a su hija tengan todo lo necesario para crecer y no sufrir las carencias que ellos pasaron.
Cursé preescolar en el único centro educativo ubicado en mi región, siempre destaqué y con un grupo de compañeros muy pequeño concluí este nivel. Dentro de mi pueblo tenía dos opciones para continuar con mi educación, y mi familia optó por la más cercana a nuestro hogar. Al ser un pueblo pequeño continúe con el mismo grupo de compañeros que tuve en preescolar, esta etapa fue muy importante para mi pues descubrí algunas de mis habilidades y tuve importantes participaciones dentro de la región e incluso del estado. Continúe con la secundaria, incorporándome a la única que está dentro de la región; además, comencé a ayudar a mi padre con su trabajo y a tomar cursos de computación, que me fueron de gran ayuda en mi formación, en ese tiempo el internet comenzó a instalarse en mi pueblo con un escaso impacto. Continúe mi educación con la única escuela de nivel medio superior dentro de mi región, un Cecytem. En esta etapa comencé a tener un panorama más amplio sobre la problemática de mi pueblo y reflexioné como crecí dentro de todos estos problemas y a pesar de todos estos problemas destaqué.
Recuerdo el día que recibí la noticia de mi vida, obtener una beca con el cien por ciento de apoyo en una de las mejores universidades del país representaba mi oportunidad para ayudar a mi pueblo, lograr abrir las puertas para que mi pueblo destaque y crezca.
La gente dentro de mi pueblo me ha visto con mucha admiración y respeto, sé que ellos confían en mí y se alegran de que tenga esta oportunidad, y me esfuerzo y lo seguiré haciendo hasta cumplir mis objetivos. Poco a poco me he incorporado en la comunidad Tec, se me han presentado retos y los he cumplido satisfactoriamente. Uno de los más grandes, el cambio de un pueblo a una ciudad, cambiar mi estilo de vida y cumplir con los retos de una vida universitaria en una de las mejores instituciones del país. Estoy tan agradecido con las personas que trabajan en el programa de Líderes del Mañana, por su labor con este país y la búsqueda de talento en todo México, admiro su labor y dedicación, es una de las cosas que me motivan a buscar siempre lo mejor para nuestro país.
Ser parte del Tec. Más que un sueño, una inspiración.
Mi sueño más grande es hacer la diferencia simplemente por el hecho de crear un mundo mejor para aquellas generaciones que vendrán después de todos nosotros. Ser parte de la comunidad Tec y de Líderes del Mañana ha representado estar un paso más cerca de cumplir mi sueño, he pertenecido a esta comunidad estudiantil por sólo un año y es increíble la manera en que te puede cambiar la vida.
Estar en el Tec me ha enseñado a esforzarme por conseguir lo que me proponga y dar aún más de lo que creía que daría, ha sido poner mi corazón en cada proyecto, en cada trabajo, ha sido encontrar mi segundo hogar aun estando lejos de casa, me ha permitido vivir nuevas experiencias como conocer personas de otros estados de la República, ha ampliado la visión que tengo no sólo para mí comunidad sino para un México mejor, me ha hecho enfrentarme a situaciones en donde aprendí que podemos hacer mucho con muy poco y que todo está en el empeño que pongas en ello.
El Tec me ha mostrado una nueva forma de verme a mí misma, de superar mis miedos de estar lejos de casa, de alcanzar e ir más allá de los que yo pensaba eran mis límites, aprendí que nunca es tarde para probar algo nuevo, que es mejor intentar y fallar una vez, levantarte y seguir intentando, que nunca hacerlo. He tenido la oportunidad de aprender a nadar, a tocar un instrumento, a bailar ballet, a debatir, actividades en las que he aprendido que la disciplina y la constancia son la base de todo lo que queramos alcanzar.
Ser Borrego Tec también me ha enseñado que el éxito no se trata de ser aquella persona que es admirada por muchos, sino de ser aquella persona que sea capaz de actuar para cumplir sus sueños y para ayudar a otros a cumplir los suyos, dar esperanza y ayudar al desarrollo social, económico y tecnológico de la sociedad, ser un ciudadano que actúe y no se quede solamente observando.
Sl participar en el desarrollo de proyectos sociales como Hult Prize, que ayuda a un millón de refugiados en el mundo, mismo proyecto descubrí la capacidad que tenemos en nuestras manos para generar el cambio, sin importar nuestra edad o recursos.
He aprendido a nunca bajar la cabeza y a dar lo mejor de mí olvidándome de las barreras que la sociedad y en ocasiones nosotros mismos nos imponemos. Ser parte del Tec me ha dado un segundo hogar y una segunda familia, me ha regalado sonrisas y bellos momentos, me ha inspirado a ser cada día una mejor versión de mí misma, a dar más de lo que yo he recibido sin esperar una recompensa.
He pertenecido al Tec Campus Morelia por un año que apenas representa el comienzo de mi vida universitaria, pero me ha dejado más aprendizajes de los que podría haber tenido en toda una vida estudiantil fuera de esta institución.
Atte. Eliza Thaiz Bolanos Barragán.
Mi nombre Diana y pertenezco a la segunda generación de Líderes del Mañana. Durante los dos años que he estado estudiando en el Tec he aprendido que en muchas ocasiones “desaprender” es parte del proceso del aprendizaje; es necesario poner en duda lo que hasta ahora sabemos y tener la disposición para cambiar nuestra forma de pensar.
Tal vez muchos de nosotros hemos escuchado en repetidas ocasiones que no se puede o que tenemos expectativas irreales. Bueno, pues si están ahora leyendo esto han logrado olvidarse de esas ideas para creer en sí mismos. Quiero contarles que deben acostumbrarse a estos cambios, ahora que están en el Tec deben estar preparados para transformar sus mentes.
Cuando yo comencé mi registro para Líderes del Mañana me encontraba un poco escéptica, me parecía una oportunidad increíblemente buena y llegué a dudar si debía aplicar; sin embargo, terminé mi registro y pocas semanas después de presentar el examen de admisión me comunicaron que había sido seleccionada.
Esto me ayudó a darme cuenta de que creer en nosotros mismos es lo más importante para cumplir cualquier meta que tengamos en mente, necesitamos desaprender, olvidar las ideas negativas y confiar en lo que hacemos. Ahora que estoy en el Tec, este pensamiento se ha reforzado. Cada semestre está lleno de nuevos retos por afrontar, nuevos conocimientos y nuevas personas por conocer.
Además, el Tec también me ha enseñado que es necesario ayudar a la sociedad, es por ello que actualmente me encuentro colaborando en un proyecto que busca la inclusión de las personas mudas. Para ser honesta, antes de conocer los retos que mis profesores me han presentado no había visto de forma clara todos los problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad y la importancia de que todos ayudemos a solucionarlos.
Tras este breve tiempo en el programa, puedo decir con certeza que estudiar en el Tec marcará sus vidas. No sólo por los conocimientos que adquieran o por los retos que van a presentarles, también conocerán personas que dejarán huella en ustedes, los inspirarán, y encontraran gran apoyo en ellos.
Estoy segura de que su estancia en el Tec será una gran aventura.
¡Bienvenidos!