Estar en el Tec de Monterrey para mí ha sido el lugar en el que puedo encajar y en el que siento que debo de estar. Es una comunidad donde profesores y alumnos buscan el bienestar de sí mismos pero también el de los demás, en especial de aquellos que más lo necesitan, es el lugar donde tus ideas por más locas que parezcan son escuchadas, donde tú opinión no es en vano, donde el fallar no es malo.
El Tec me ha enseñado a no ser conformista sino a ver más allá, para él no hay muros que te impidan avanzar, sino un campo lleno de posibilidades. Te permite relacionarte con personas de otros lugares y aprender de nuevas culturas.
También, hay ocasiones en las que me ha sacado de mi zona de confort haciéndome intentar cosas nuevas o afrontando retos, pero a pesar de que hayan sido difíciles no me arrepiento que lo haya hecho puesto que he aprendido. Después de estos dos años en el Tec y según lo que he visto, el ser escogido parar participar en el programa Líderes del Mañana, aunque hayas hecho mucho o poco anteriormente, significa dos cosas: estás aquí porque hay algo que te hace diferente a los demás y segundo, que sin duda alguna estás en el lugar indicado.
Mi nombre es Ariadne Rentería Castañeda. Nací en la Ciudad de México y aquí me he desarrollado y he crecido para ser la persona que soy el día de hoy: una líder del mañana hecha y derecha, misma que estudia lo que le apasiona con toda el alma, Ingeniería en Desarrollo Sustentable, y no puede estar más enamorada del Tec.
Mi historia comenzó verdaderamente en el asiento trasero de un Tsuru dorado cuando yo tenía no más de siete años. En dicho momento un locutor de radio comentó que la cantidad de basura que generaba el entonces Distrito Federal diariamente podría llenar completos dos Estadios Aztecas. Yo no sé ustedes qué piensen, pero yo me impacté demasiado, digo, ese estadio es actualmente el tercero más grande del mundo, y justo por esa impresión tan grande fue que llegué muy decidida a mi departamento, saqué una hoja de papel y un lápiz y diseñé nada más y nada menos que la máquina que salvaría al mundo. Básicamente era una pecera gigante, como la casa de Arenita de Bob Esponja, en donde se iba a apilar toda la basura para después quemarla y usar el humo que sacara de manera productiva.
Ya sé lo que están pensando: “¿Qué le pasa a esta muchacha? Me promete una súper historia de cómo llegó a ser Líder del Mañana en el Tecnológico de Monterrey y me sale con un invento que tiene forma de casa de Arenita”.
Pues miren que lo crean o no, esa pecera es la que me trajo hasta acá. A partir de ese momento supe que quería ayudar al planeta para arreglar un poco el relajo que hemos estado haciendo los humanos desde que comenzamos a existir. Claro que no dejé mi lápiz tras idear mi máquina y dije: “Voy a estudiar Ingeniería en Desarrollo Sustentable en el Tec de Monterrey”, pero esa semillita se quedó en mi cabeza y cesó de germinar en mi último año de preparatoria.
Ahora bien, ya les hablé de porqué decidí estudiar lo que estudio en este momento. Ahora me toca platicarles un poco acerca de mi experiencia en el Tec. Esta comenzó el 6 de agosto del 2016 en el HiTec del campus Ciudad de México. La verdad es que yo tenía mucho miedo de lo que me iba a encontrar en el Tec; tanto de las personas como de las materias y el campus per se, pero después de ese día me di cuenta de que la gente es muy linda y está dispuesta a ayudarte si lo necesitas y lo solicitas, y la verdad es que esa forma de ver al Tec no ha cambia para nada hasta el día de hoy que les escribo. Siempre que tengo un problema sé que puedo acercarme ya sea a mis amigos, a mi director de carrera, a la psicóloga que trabaja con Líderes del Mañana o a los demás líderes de mi campus, y ellos van a apoyarme. Aparte puedo asegurarles que el ser parte de Líderes del Mañana les abrirá muchas puertas en el camino.
Pero esa no es la única razón por la que estoy más que enamorada de mi universidad. La verdad es que me gusta mucho cómo es que el Tec me transformó como persona y también el hecho de que ofrecen una educación íntegra, no sólo se centra en la parte académica, sino también la cultural y recreativa. Día a día he aprendido a soñar y a decirme a mí misma que todo lo que quiera hacer lo puedo lograr; sólo necesito una taza de pasión, una cucharadita de perseverancia y una embarradita de la mentalidad Tec y listo. Hoy por hoy les puedo decir que si el 6 de agosto del 2016 sentía que mis metas me llevarían a China, ahora sé que me llevarán a la Luna, y todo se lo debo al Tecnológico de Monterrey y al programa Líderes del Mañana.
Ya para terminar porque sé que tiendo a decir mucho, quiero recordarles lo trascendente que es esta oportunidad para ustedes, ya que están a punto de ingresar a una de las mejores universidades de México, así que aprovechen su tiempo y disfrútenlo tanto como yo lo hecho hasta ahora, que el tiempo se va rápido.
¡Muchas felicidades y bienvenidos, borregos!
Ariadne Rentería Castañeda
Líder del Mañana 3cera. Generación
Estudiante de Ingeniería en Desarrollo Sustentable en el Tec CCM
“Lo que hagas en vida, tendrá eco en la eternidad”, era la frase que cruzaba por mi mente hace tres años mientras limpiaba jaibas y ostiones, mientras esperaba que los manteles se secaran para poderlos planchar y mientras lavaba torres inmensas de platos. Esa idea la había escuchado en Gladiador. Era una frase poderosa y supe que se convertiría en mi lema de vida. No quería una recompensa, como lo que podría entenderse en primera instancia; quería ser coherente con mis actos y servir a los demás. Esto era lo que me motivaba para levantarme a las 5 a.m., ir a la escuela, trabajar en el restaurante, regresar por la noche y hacer tarea o estudiar; asistir a las reuniones del grupo religioso y cumplir con las responsabilidades que éste implicaba; así como participar en concursos nacionales de física y al mismo tiempo, forjarme como Técnica en Gastronomía. Así inició la historia.
Cuando me fue otorgada la distinción Líderes del Mañana e ingresé al Tecnológico de Monterrey, mi madre me tomó en sus brazos y con lágrimas de felicidad me dijo: El día de hoy te entrego a la patria, sirve para servir y abraza con el alma todos tus sueños.
El día de hoy, curso el séptimo semestre de la carrera de Comunicación y Medios Digitales y en cada prueba, en cada proyecto, en cada reto; trato de cumplir con la misión que tengo. A veces no es fácil, a veces el cansancio por estudiar toda la noche, el hambre cuando hay que irse a casa muy tarde u otros sacrificios, se convierten en las horas en las que picaba cientos de cebollas y me hacían llorar o en los días fuera de casa en los que extrañaba a mi familia porque debía trabajar en ranchos muy lejanos. Sin embargo, la pasión por mi carrera, el amor a la labor social, la inspiración de mis profesores, la motivación de mi familia y la grata compañía de las personas que he conocido en el Tec, me permiten continuar y navegar hacia las estrellas.
Mi padre supo desde el cielo que su pequeña se pondría la armadura de gladiadora, tomaría su espada y pelearía por la transformación del mundo. El Tecnológico de Monterrey ha sido el faro que ha iluminado mi caminar para que yo pueda llevar esa luz a donde quiera que vaya. El Tec ha fortalecido mis pies y ahora mis huellas no se pueden borrar. Mis manos tienen el color del emprendimiento y el sentido humano. Mis ojos reflejan los conocimientos y experiencias que he adquirido y que me han ayudado a darle voz a los que gritan silenciosamente. Por todo esto, anhelo entregar mi vida a mi país, quiero compartir la pasión que mi profesores imprimen en cada clase, la amabilidad que se respira en el Tec y la vitalidad de mis compañeros nacionales y extranjeros.
La oportunidad de estudiar en la mejor universidad del país ha transformado mi vida y la de mis familiares. Ha sido el punto de partida para vislumbrar horizontes más retadores en donde se pongan a prueba los principios y la resiliencia que he adoptado. Agradezco al Tecnológico de Monterrey por convertirse en mi hogar, por creer en mi, por escuchar las inquietudes de mi corazón y por fortalecer mi espíritu de liderazgo. Las lágrimas de felicidad y las palabras de agradecimiento no son suficientes para demostrar mi sentir y sólo me queda continuar navegando y que el eco de mi voz retiemble por todo el mundo.
Soy originaria de Fortín de las Flores Veracruz y estudio la carrera de Ingeniería Industrial y de Sistemas en el Tecnológico de Monterrey Campus Central de Veracruz.
Les contaré mi historia, pero antes que nada quiero empezar mencionando una frase que desde hace ya casi un año escuché por primera vez y con el paso del tiempo he podido comprender, “Lo más importante en el liderazgo no es lo lejos que avancemos, sino que ayudemos a los demás a avanzar” – John C. Maxwell.
El 18 de mayo del año pasado me informaron que había sido acreedora de la beca Líderes del Mañana, sin duda, ese día dieron inicio los primeros de muchos cambios buenos en mi vida. Recibir esa noticia me hizo sentir que en realidad todo esfuerzo tiene su recompensa, ese día supe que tendría la oportunidad de prepararme y obtener las herramientas necesarias para lograr mis sueños y ayudar a que otros también cumplan los suyos.
Hay muchas cosas que me gustaría compartir con ustedes, pero me enfocaré a lo que creo más importante, estudiar en el Tecnológico de Monterrey es algo inigualable y que día tras día va dejando una huella en tu vida.
A lo largo de mis primeros dos semestres he conocido a personas admirables, y más allá de eso, he encontrado personas con gran iniciativa y entusiasmo. Cada día es un nuevo reto y un nuevo aprendizaje, las clases, los maestros, mis compañeros, las actividades de labor social en las que he podido participar, me han hecho crecer como persona y como líder.
También he aprendido sobre la resiliencia, sobre no darme por vencida y a tener la mejor actitud cuando las cosas se ponen difíciles. Algo que considero muy importante, es que he aprendido a ser agradecida, a disfrutar y valorar la oportunidad que tengo, personas que quizás no me conocen, pero que confían en mí y en todos los que conformamos a los llamados líderes del mañana, nos apoyan para que logremos salir adelante y es gracias a ellos que hoy puedo estar un paso más cerca de alcanzar mis objetivos.
Cuando estudiaba educación básica en una pequeña localidad en el estado de Zacatecas, a pesar de ser la mejor estudiante de la escuela, tuve profesores que literalmente me expresaron su inconformidad en el hecho de que yo le diera prioridad e importancia a mi educación y formación en lugar de preocuparme por aprender las labores de una ama de casa, como cocinar y barrer.
Me pareció increíble que en pleno siglo XXI hubiera profesores que siguieran enseñando ese tipo de pensamiento en el cual “las mujeres no necesitan educación, necesitan aprender a ser buenas amas de casa para que alguien se case con ellas y las mantenga” y, desde luego, eso me impulsó a perseguir mi sueño de ayudar a forjar un mundo mejor donde la equidad de género sea algo más que una lección en un libro de texto.
Pero hacer que un proyecto de esa envergadura funcione más allá de una pequeña población requiere mucho más que un sueño y las ganas de realizarlo, porque la única forma de lograr el éxito es mediante las herramientas que se obtienen con una educación de calidad.
No obstante todas las limitantes que pudiera tener, me mantuve firme en mi objetivo e inicie un proyecto social gracias al cual, tiempo después, pude formar parte del programa Líderes del Mañana. Pero en ese momento no me di cuenta del mundo tan maravilloso al que estaba entrando, y aunque sabía que tendría acceso a la mejor escuela de México con el más alto nivel académico del país, no tenía idea de lo increíble que iba a ser esta experiencia.
En el Instituto Tecnológico de Monterrey mi vida ha cambiado espectacularmente por muchas razones. En primer lugar, ha sido maravilloso poder estar en un ambiente educativo donde hombres y mujeres somos valorados por igual, donde no hay diferencias y la equidad de género se respira en todo el ambiente. Además, he conocido los mejores profesores; personas con una dedicación, entrega y compromiso como nunca había tenido la fortuna de experimentar.
En el Tec de Monterrey he aprendido sobre las distintas estructuras empresariales, así como diversos modelos de negocios y las diferencias políticas y económicas entre países que comparten interacciones de mercado. Tal vez esos conocimientos no parecen ser suficientes para cambiar el mundo, pero la realidad es que sí lo son, porque gracias a ellos es que me convertiré en una profesionista de éxito que pueda llevar opciones de negocios sustentables, con las cuales se logre el desarrollo de fuentes de trabajo que dignifiquen y le den su lugar a la mujer mexicana; y me refiero a esa mujer que muchas veces ha quedado rezagada y olvidada en las comunidades de nuestro país, en donde la educación no ha podido romper las injustas tradiciones ancestrales que la desvalorizan.
Por otra parte, he tenido la oportunidad de interactuar con otros jóvenes que tienen mí misma visión del mundo, con quienes he emprendido proyectos de responsabilidad social que me han dejado una inigualable e indescriptible experiencia, así como con personas altamente capacitadas y cuya experiencia de vida y de éxito, han marcado profundamente mi existencia al darme una nueva visión del mundo en el que vivo.
Uno de los eventos más significativos para mí de esta índole fue CreceCamp, una iniciativa de desarrollo social en la cual estudiantes del campus nos dedicamos una semana a recibir y aprender junto con personas con capacidades diferentes mediante actividades y dinámicas inolvidables.
Magistrales conferencias dadas por personas como Karla Wheelock, quien al compartir su experiencia en el primer evento de bienvenida al programa Líderes del Mañana marcó la pauta de lo que significa no darse por vencido y nunca renunciar a nuestros sueños; o personas como Diana Cárdenas, consejera del INE quién en una conferencia en el evento conocido como CILE me enseñó la importancia del sistema electoral y el voto. Son oportunidades de aprendizaje sólo apreciables en su total magnitud cuando se tiene la fortuna de poder estar presente, y que entre muchas otras, fueron experiencias invaluables que me dieron la oportunidad de aprender y convertirme en un mejor ser humano, proceso que se acrecentó con la necesidad de vivir en la capital de mi estado, tal vez un poco lejos de mi familia, pero mucho más cerca de todos mis sueños.
Crecer y madurar nunca son experiencias fáciles, sobre todo cuando implica dejar la seguridad de vivir en casa, es como cuando los pajaritos dejan el nido, hay que abrir las alas y aventarse al vacío pese al miedo que da el poder estrellarnos, confiando en que en su momento seremos capaces de batir las alas, emprender el vuelo, ser un ejemplo para nuestros congéneres y un orgullo para nuestros padres.
En verdad considero que sin las herramientas, conocimiento y experiencias que estoy adquiriendo en el Tec de Monterrey, nunca hubiera podido ser realmente parte del grupo de jóvenes que están cambiando al mundo. Saber que uno es parte activa de ese cambio es el mejor aliciente para continuar esforzándome en forjar una vida extraordinaria que posea sentido social y humano.
Por ello quisiera poder decirles a todos los jóvenes que tienen ese deseo de crear un mejor futuro para la humanidad, que tienen esa necesidad de tener una vida extraordinaria donde el servicio a la sociedad y al bien común sea primordial; que no dejen que sus sueños se marchiten, que se esfuercen lo más posible a fin de que puedan ganar la oportunidad de ser Líderes de Mañana y que se animen a sumarse a los que orgullosamente somos parte de este programa.
Ser una líder del mañana es lo mejor que me ha pasado en la vida, es un sueño hecho realidad, un sueño que vivo a cada momento que estoy en el Tecnológico de Monterrey, que ahora es mi segundo hogar, en el que he descubierto mis pasiones, he cumplido metas y me he propuesto otras muchas.
Antes de ingresar a esta institución sufrí de la crítica de una gran cantidad de personas que trataban de desalentarme para que no cumpliera mi sueño, como estoy segura le sucedió a otros de líderes del mañana, ya que me decían que esta era una escuela de ricos, que me iban a discriminar por ser pobre, que no iba a tener amigos y que simplemente no podría adaptarme al ambiente. Que mis aptitudes y conocimientos no serían suficientes para cumplir con el promedio que es requerido, que me quitarían la beca y perdería al menos un año de estudios; pero no permití que los comentarios de otras personas me impidieran cumplir mis sueños. Y heme aquí, en séptimo semestre, con una gran cantidad de amigos, amistades que sé perdurarán para toda mi vida y lo mejor de todo, formando parte de una familia llamada Líderes del Mañana.
El tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos, y no quiero que este sueño termine, ya que realmente amo mi universidad, aquí he aprendido muchísimas cosas que me serán útiles para toda mi vida como, por ejemplo, el hecho de que para tener éxito primero necesitas fracasar.
En los tres años que llevo en la universidad he podido desarrollarme plenamente, ya que no todo es estudiar, sino que también puedes realizar cualquier actividad cultural o deportiva que el Tec ofrece, así como formar parte de grupos estudiantiles. Yo he descubierto un par de pasiones gracias a ello, el debate y el teatro, con las cuales he podido mejorar mis habilidades de expresión oral, escrita y corporal. Además, gracias al debate tengo amigos en todo el país, e incluso de otros países, por lo que me encuentro planeando mi intercambio a Colombia el próximo semestre, debido a que ahí cuento con amigos que me recibirán con los brazos abiertos.
Mi mensaje para los nuevos líderes del mañana es que aprovechen al máximo su permanencia en esta institución, que realicen todas las actividades que les apasionen y que, aunque en ocasiones se estresen y sientan que ya no pueden más, tengan en cuenta que todo tiene su recompensa.
Este apenas es el comienzo de un futuro lleno de cosas maravillosas, disfruten su vida al máximo y nunca olviden que los sueños se pueden volver realidad.
Mi nombre es Alma María Cholula Medina, estudio Licenciatura en Mercadotecnia y Comunicación, soy miembro del Programa de Alto Rendimiento Académico, beneficiaria de la Fundación Telmex, miembro de la mesa directiva diocesana del grupo juvenil Apostolado Juvenil, pero sobre todo y orgullosamente miembro de la tercera generación de Líderes del Mañana.
El 18 de mayo del 2016 recibí el resultado que esperaba con ansia, en el cual se me informó que formaría parte de los 212 jóvenes seleccionados para ser parte del programa Líderes del Mañana con una beca del 100%.
Antes de recibir los resultados, toda mi familia tenía incertidumbre de saber si iba a poder formarme con una educación de calidad, debido a que por la situación económica precaria que atravesamos como familia hubiera sido imposible conseguirla, así que fue la mejor noticia que pude haber recibido, ahora sé que hay tranquilidad y orgullo en mis papás, porque siempre me han motivado a soñar en grande y sin límites; y mis hermanas que son ejemplo de perseverancia para poder alcanzar metas.
En todo momento el Tec me acogió como otra familia procurando que me sintiera lo mejor posible, ya que cada persona que pertenece al Consejo Nacional y al Consejo de cada campus se interesan y preocupan por mí, al igual que por cada uno de mis compañeros becarios.
El primer día sentí miedo a no cumplir con las expectativas de mi familia, del Tec y de algún modo defraudar a todos aquellos jóvenes que no fueron seleccionados, ya que estoy convencida que cada uno de ellos hubiera aprovechado al máximo esta oportunidad porque son talentosos.
El primer semestre fue un proceso para conocerme realmente y darme cuenta quien soy, reafirmé mis metas y mi compromiso con la sociedad, pero sobre todo conmigo; y esto gracias a los principios y valores con que fui educada. En segundo semestre me plantee el reto de exigirme más, de experimentar el potencial que tengo, así entré a un representativo del Tec y tuve que aprender a organizar, y establecer horarios, sacrificarme para alcanzar lo que deseo.
Pasé días de cansancio, de llanto, de estrés, pero también de alegría y de ilusión cuando veía que las cosas salían muy bien. Todo este año mi familia me ha acompañado en mis metas y mis sueños.
Ahora estoy convencida que voy a llegar hasta donde yo decida, que el Tec me formará integralmente para salir a hacer los cambios que me he propuesto hacer desde mi profesión. Todo esto no lo lograría si no contara con su valioso apoyo. Aunque mis papás me hubieran querido pagar esta universidad no hubieran podido, pero yo estaba convencida que esto es mi sueño y que los sueños se hacen realidad, y cuando no puedes tú solo, tu esfuerzo lo valora el Tec.
El Tec quiere a los mejores, esfuérzate en ser el mejor, en ser el número uno, esfuérzate en estar a la altura del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, no te conformes con menos.
Ha sido todo un reto, ha valido la pena cada día que he estado aquí, he salido de mi zona de confort, he disfrutado cada momento que he pasado con lágrimas y risas, estoy acumulando enseñanzas y experiencias, igual que amigos a los que ya considero hermanos; porque más que un programa de becas educativas es una red de apoyo entre personas jóvenes que tienen los mismos valores, principios y objetivos: transformar México. Por todo esto quiero decir gracias, gracias a Dios, gracias a todas aquellas personas que han apoyado y confiado en el talento mexicano, gracias al Tecnológico de Monterrey, gracias a mi familia por animarme a seguir adelante, gracias a todos que hacen posible Líderes del Mañana.
Mi nombre es Alicia Llamas Estrada, tengo 18 años y soy originaria del Teul de González Ortega, Zacatecas pero estudio en Campus Laguna la carrera de IBN.
Mi sueño siempre ha sido ser una excelente profesionista y poder ayudar a las demás personas en todo lo que me sea posible. En el momento en el que me dieron la grandiosa noticia que ya era parte de la familia Tec me llené de una emoción increíble y me di cuenta que era una de las mejores oportunidades que la vida me pudo ofrecer y al mismo tenía un enorme compromiso con la sociedad, con mi familia y más que nada conmigo misma.
El dejar el pueblo donde había vivido toda mi vida y dejar a mi familia por cumplir este gran sueño fue mi primer reto, ya que ir a vivir a una ciudad que tiene un estilo de vida totalmente diferente al que estás acostumbrado es muy difícil.
Debo confesar que la primera vez que llegué al campus estaba muy nerviosa, sentía muchas emociones a la vez, y con el paso del tiempo me he dado cuenta de que el Tec es como mi segunda familia, he pasado momentos muy difíciles en donde seriamente pensé rendirme y dejar todo, pero con apoyo de mi familia, los amigos que he encontrado en el campus y de todos los profesores, me di cuenta que no estoy sola y que es necesario encontrar ciertas piedras en el camino para poder seguir avanzando y llegar muy lejos.
Este año que llevo siendo parte de esta gran familia he cambiado en mi forma de ser, de pensar y de actuar y estoy muy segura que gracias a todas las oportunidades que nos ofrecen, voy a llegar a donde siempre he querido y voy a dejar marcada mi huella para que logremos ser un mejor país. Estoy eternamente agradecida y hasta la fecha sigo emocionada por haber sido seleccionada para vivir esta experiencia inolvidable y apoyarme incondicionalmente en cada paso que he dado.